sábado, 3 de agosto de 2013

El Brujo

Ah... mi abandonado blog... En teoría este es el blog de mi grupo de juego, pero puesto que solo lo mantengo yo, y tampoco es que lo haga muy regularmente, he decidido meter un poco mas de contenido personal. Si a la larga veo que el blog deviene mas en personal que acerca del grupo quiza lo remozo y le cambio el titulo a "Las cosas de Raguan" *guiño guiño*-

Pues a lo que vamos; A veces me da por escribir un poco, para mantener una expresión escrita medio decente, porque escucho alguna música que me inspira algo, porque voy francamente pedo, o sobretodo por la conjunción de sendos últimos casos. Si, ya veis por donde va la cosa, voy a soltaros unos cuantos parrafotes de prosa de la mala, queridos y escasos lectores. Si gusta y no recibo excesivas calumnias y denuncias por traumas psicologicos, quiza pongo algo mas de lo que ya tengo escrito.

Esta primera entrada del estilo es algo que he escrito hoy mismo escuchando Eliuveite - Evocation mientras paseaba por la costa. La cosa seria ir poniendo verborreas narrativas y la canción o álbum que las inspiro si se da el caso. Sin mas dilación pego el relato antes de que me pase el cogorcio y me de vergüenza:

El Brujo

En una noche sin luna, un hombre bailaba alrededor de un fuego en las arenas de una playa. Vestía solo unos pantalones cortados y sucios, el resto se su cuerpo se adivinaba moreno y fibroso y las llamas se reflejaban en su sudor revelando lineas dibujadas en oscura pintura roja en su torso, espalda y rostro. Una música con profundas percusiones, rítmicas flautas y ululantes sacos de gemidos sonaba desde algún lugar guiando el ritmo del danzarín.

Algunos espectadores tempranos atraídos por el fuego observaron con diversión los primeros movimientos del hombre, una danza extraña y con movimientos precisos, como una mezcla de baile y arte marcial. A medida que el hombre daba vueltas alrededor de la hoguera, la diversión de lo extravagante dio paso a un estado de sobrecogimiento creciente, encantados, los curiosos perdieron cuenta del tiempo y del numero de vueltas que el danzarín daba en sus extraños movimientos.

Cierto sentimiento de terror por lo sobrenatural trepo por las espinas de los crecientes observadores cuando. Junto al creciente frenesí del hombre de la playa las llamas no disminuían con el tiempo, sino que crecían mas intensas y brillantes, subiendo de forma antinatural hacia el firmamento.

La policía local llegó por el sin duda ilegal fuego en la playa de la ciudad costera. Hacia ya treinta minutos que el hombre bailaba, y mucha gente se había acercado a la playa desde los tenderetes habituales en las poblaciones costeras con algo de turismo. De los que se habían acercado a observar, ninguno había marchado, pese a su incomodidad ante un espectáculo que escapaba su comprensión.

Los agentes que se habían adentrado en la playa a detener el osado loco que había encendido una hoguera en la playa, se detuvieron, sobrecogidos al igual que a los otros presentes por algo que sus sentidos captaban pero su mente rechazaba, pues parecía ahora, sumando a la extraña forma e intensidad del fuego, que espectrales llamas surgían de las manos y pies del hombre, con cada movimiento de sus extremidades estas parecían cortar el aire dejando un rastro de tenues llamas de un espectro entre el rojo y el azul, pasando por tonos violáceos.

Solo las insistentes llamadas por la emisora de los agentes y su responsabilidad para con su trabajo los hizo acercarse a interrumpir lo que fuera que estuviese haciendo ese misterioso hombre. Reunida nuevamente su determinación y con cierta rabia por haberse dejado afectar por el extravagante espectáculo de lo que debía ser otro perroflauta ambulante queriendo reunir unas monedas de los turistas, avanzaron con paso forzosamente decidido.

Pero llegado un punto no pudieron avanzar mas, si bien antes se detuvieron por esa cautela instintiva de la mente ante lo desconocido, ahora todo su cuerpo se negaba a acercarse a lo que fuera que estaba aconteciendo ante ellos, se palpaba una aura de peligro, como la se que siente al acercar demasiado la mano al fuego o al estar al lado de un abismo. Dos pasos mas que sus compañeros pudo dar mas el agente mas osado, el precio del primero fue un sudor frio por todo el cuerpo y, ante su asombro y terror, lagrimas y temblores derrotaron su avance en el segundo.

Fascinados al mismo tiempo que aterrados – sobretodo los policías que se habían acercado – los presentes observaron como continuaba su danza de movimientos místicos el hombre del cuerpo pintado, sus músculos tensos, algunos de sus barridos con las extremidades, bañados en llamas sobrenaturales, imprimían una imagen de arma mortal si hubieran sido usados contra otro humano, otros sugerían la mas tierna y sensual de las caricias. La música rodeaba el evento y parecía imposible surgiera del sencillo radiocasete que ahora se adivinaba cerca de la hoguera.

El recuerdo de la mayoría se pierde en ese punto, pues la mente de los espectadores colapso por algún mecanismo de seguridad legado de tiempos remotos. No obstante, antes de sucumbir al pavor de algo fuera de su mundo, alguno de los espectadores mas abiertos a lo místico llegaron a ver la bestia cornuda que se formaba en la alta columna de fuego.

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